Somos Aire dentro del Agua...

...y cuando aparecen las burbujas, salen a la superficie los gemidos.

lunes, 21 de junio de 2010

Hoy a la tarde.

Hace algunas semanas me despertó con un consolador entrando y saliendo de mi a velocidades insospechadas. Pensé que no había mejor manera de amanecer...

me equivoqué.


Anoche me acosté a las 4:30am y me desperté a las 6am para seguir estudiando. Agotada, terminé el parcial en poco más de una hora y me fui a esperarlo a su cama. Llegó media hora después, compramos comida y después de almorzar, fuimos a comer caramelos y chocolates a la cama, antes de dormir.

Dormirme yo, y dejarme dormir él. Sabía que no daba más del sueño, sabía también que tres horas de siesta eran ya demasiadas. Sabía que AMO despertarme caliente, sabía cómo calentarme. SABE como calentarme.

Tuve el primer indicio de conciencia cuando él intentaba convencerme de algo hablandome al oido y con caricias en el pelo. Volví a cerrar los ojos. Los abrí una vez más cuando sentí la humedad de su boca en mi entrepierna. Sin embargo, no pude tomar plena conciencia de lo que estaba pasando hasta que su lengua llegó a mi clítoris, hasta que me llamó "puta" mientras me retorcía una teta, hasta que me acercó su pija a la boca.

No me dejó chupársela mucho tiempo, quería cogerme. Enorme y bien llena de mi saliva, entró su pija en mí de un golpe. Gemí. Me partió al medio. Grité. Grité y gemí muchas, muchas, muchas veces, y es que me desespera cuando me coge así, tan salvaje. Alucinada, me olvido de todo y simplemente me dedico a sentir y a disfrutarlo: con las piernas sobre sus hombros o juntas hacia un costado, recostada sobre su pecho haciendo ese movimiento de caderas que tanto le gusta, o sentada en cuclillas sobre su pija con ésta bien metida hasta el fondo; y en cuatro, con la espalda arqueada y la cola bien paradita y con sus pulgares empujando hacia los costados, abriéndola lo más que podía, mientras me cogía por la concha. Lo insulté, lo insulté porque no puede ser tan perfecto, lo insulté hasta que ya no pude hacerlo porque necesitaba gritar. Grité hasta que no pude seguir porque los espasmos de ese último orgasmo compartido no me dejaban. Esa es la más fuerte de todas las sensaciones, sentirlo acabar dentro de mí, sentir como se hincha y cómo late; tan grande es. Sentir su calor, y la posterior quietud de su cuerpo sobre el mío. Y temblaba, no podía parar de temblar... ni quería dejar de acabar.

"Pajeame", le pedí momentos después y entre asombrado y travieso me dijo: "acabaste mil veces!". "Quiero más", le dije llevando su mano a mi concha. Sin embargo, cuando sus dedos estaban por lograr su cometido, preferí estirar un poco el momento y llevé su mano a mis pechos. Los apretó, los retorció, los mordió, los acercó a mi boca y mientras él me miraba, lamí y succioné mis propios pezones mientras me tocaba con ambas manos. Uno o dos minutos más tarde, tenía yo el último orgasmo y él ya una nueva erección.

1 comentario: